No lo había visto, y ya me hacía soñar.
Cuando lo ví, y escuché su voz constante de ida y regreso; minuto a minuto, hora a hora y siempre, con su magnificencia, sus olas interminables; me conmovió.
No muchas veces lo he visto, pero lo disfruté desde la salida del sol.
Ese medio círculo que a la mañana, muy tempranito, nace allá en el horizonte y crece en forma desmedida hasta iluminar todo lo que hay a su alrededor; y debajo el inmenso y maravilloso Mar.
Será que en mis genes vive el Mar?
Mi papá había nacido en Olhao, Portugal, a solo una cuadra del mar.
Su mamá (mi abuela María) trabajaba en un establecimiento preparando el pescado que llegaba en barcas, a la madrugada, para ser envasado.
El Mar otro de los colores de mi Arco Iris; me hace pensar cosas bellas.